agÜita del equilibrio
Existen distintos tipos de sanación del cuerpo frente a enfermedades físicas y mentales. En Latinoamérica, y concretamente en Perú, el uso de plantas medicinales para curar y proteger los cuerpos es una práctica que se remonta a muchos siglos atrás y que ha sido usada por culturas ancestrales de la región. Forma parte de la idiosincrasia de poblaciones indígenas concebir el cuerpo humano como un todo conectado a la tierra que se debe devolver a la raíz. Bajo este escenario, las mujeres han tenido un papel crucial en experimentar con las plantas que recolectaban a su al rededor. Este conocimiento milenario se ha transmitido siempre a través de las palabras, de la oralidad, del boca a boca. Es, de esta forma, en la que recuerdo que en mi adolescencia tías lejanas me prepararon baños de florecimiento para limpiarme y desearme buen agüero. Después de casi un año de pandemia mundial, de haber pasado la Covid-19 y de vivir un periodo de duelo, me vi intentando curarme del miedo y del trauma a través del contacto con las plantas.
Agüita del equilibrio está conformado por una vídeo-performance y una serie fotográfica que hace referencia a los baños de florecimiento practicados por culturas originarias en Perú. Este trabajo explora las tradiciones y los mitos de sanación de estas comunidades. Es un ritual que se realiza con la esperanza de purificar, limpiar y transmutar la energía personal para transformarla. Las plantas son seleccionadas por sus propiedades curativas y, al usarlas sobre el cuerpo, se vuelven un remedio natural que busca conectar con energía bloqueada para dejarla fluir. De forma intuitiva fui seleccionando plantas que tuviesen propiedades calmantes, analgésicas, antisépticas y protectoras. Utilicé siete plantas distintas: ruda, eucalipto, hierba buena, pétalos de rosa blanca, lavanda, menta, romero y aloe vera. El ritual consiste en hervirlas en una olla por horas y luego bañarse con esa agua haciendo peticiones personales. Al transportar este ritual a un relato audiovisual, decido tener un contacto más estrecho con las plantas y aplicarlas directamente sobre mi cuerpo semidesnudo y dejarlas ahí. De esta forma, esperaba que sus poderes curativos tuvieran más efecto en mí.
​