los árboles no están muertos, están dormidos
Los árboles no están muertos, están dormidos está compuesta por una vídeo-performance y cuatro foto-performances en relación a unos árboles encontrados durante una deriva post cuarentena en el Parque del Retiro de Madrid. Debido a sus troncos torcidos, ocasionado quizás por los fuertes vientos de la ciudad, estos grandes árboles estaban propicios a romperse, caerse y dejar de existir. Sin embargo, se han mantenido vivos gracias a la intervención humana y al apoyo de unas vigas de hierro que ahora los sostienen. De esta forma, permanecen, resisten y siguen floreciendo. Al observar esta unión metafórica entre lo natural y lo artificial, decido ponerme como mediadora entre los dos cuerpos. Mi papel está basado en contribuir a esa unión simbólica desde el plano corporal y emocional. Abrazo el árbol y la viga para agradecerles por su existencia y soporte y, por medio de un hilo de una lana roja, resalto su unión tejiéndolos como símbolo de una relación viable, sostenible, esperanzadora e infinita. Ambos elementos conectados, son una metáfora de cómo crear un fuerte soporte ante la fragilidad de la vida. El color rojo, tanto en la indumentaria como en la lana, es escogido por su fuerte vínculo con la vida, la sangre, la tierra y el fortalecimiento de las raíces. Usar este color, dentro de la filosofía tibetana, permite acercarnos al centro de la vida y enraizarnos a ella para conectarnos con lo que nos rodea. Así, estas acciones son un intento de celebrar la vida y la resistencia.